01 de juny 2020

Les escombraries de la pandèmia infesten mar i terra.

El món sencer és troba des del passat 14 de Març en estat d'alarma. La pandèmia de Covid-19 ens va agafar a tots per sorpresa i no només nosaltres estem patint els efectes d'aquesta. 
Tot i que s'ha especulat molt sobre els efectes positius que ha tingut aquesta sobre el medi ambient: mars i oceans amb aigües netes gràcies al descens de la contaminació produïda per vaixells, reducció de gasos d'efecte hivernacle... aquesta també està tenint un fort impacte sobre el medi i es que, recentment, bussos de la ONG francesa Opération Mer Propre han alertat de la presència de restes de material sanitari al fons del Mediterrani, i es que milers de guants i màscares de plàstic, ara d'ús obligatori, són abocats diàriament al mar i llençats pels carrers, fent que la contaminació per l'ús de plàstic incrementi de manera notable. Hem d'intentar gestionar on van a parar aquests residus per tal que la repercussió del Covid-19, tan a nivell sanitari com mediambiental, sigui mínima. 

Así luce el mar Mediterráneo con mascarillas y guantes por el Covid-19
Guants i màscares trobats al fons del mar a causa de la pandèmia de Covid-19.

ABC, 30/05/2020

El coronavirus ha cambiado hasta la basura. El plástico y los productos de usar y tirar, en el foco de las políticas ambientales hace apenas unos meses, se multiplican por toneladas y fuerza mayor en todo el mundo. Países y ciudades han comenzado a aplazar las normativas previstas para su penalización. Y las imágenes de guantes y mascarillas en el suelo de calles y playas se repiten ya de España a China. Tras apenas tres meses de Covid en Europa, han llegado incluso al fondo del Mediterráneo.

El problema ha surgido desde dos frentes. Uno, el doméstico, con un incremento de bolsas desechables y envases en busca de protección. El otro frente es el de la «nueva basura», el material sanitario, indispensable para hacer frente a la pandemia. Tanto las mascarillas FFP como las quirúrgicas llevan plásticos, ya sea en el filtro o en la composición, como es el polipropileno. Incluso «las que se han hecho para salir del paso, que son textiles, no dejan de ser plásticos, como el poliéster», explica Ethel Eljarrat, investigadora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC). «Si llegan al medio ambiente, algo que ya se ve por todas partes, se degradan en microplásticos y causan daño en los seres vivos», profundiza.

La desescalada y la obligatoriedad de la mascarilla en espacios públicos va a multiplicar aún más su uso. Solo en mayo, la Federación de Distribuidores Farmacéuticos (Fedifar) coordinó la llegada de más de 26,5 millones de mascarillas a España por el corredor aéreo, sin contar los 110 millones que el Gobierno ha distribuido para el sistema de salud entre marzo y mayo. Países como Italia estiman que para proteger a población general y sanitarios, necesitan unos 90 millones de mascarillas al mes. Y Francia, para tener reservas, llegó a encargar más de mil millones de mascarillas a China y sus médicos usaron unos 40 millones semanales durante el pico de la pandemia. Son solo tres ejemplos. «Estamos reviviendo el renacer del consumo de plástico al que, de algún modo, tendremos que responder y reabsorber muy rápidamente. No es algo que se pueda mantener mucho en el tiempo», dijo recientemente la vicepresidenta cuarta Teresa Ribera.

Alternativas:

Para Eljarrat la mejor solución pasa por el desarrollo de materiales menos contaminantes. «Siempre decimos que la solución es desarrollar polímeros alternativos que sean más biodegradables. Con una emergencia como esta no vas a dejar de usar plásticos por proteger el medio ambiente. El problema es que no hemos hecho los deberes a tiempo. Si a día de hoy tuviéramos estos materiales alternativos, el aumento de uso no conllevaría un riesgo», opina.

Máscaras encontradas en una isla cerca de Hong Kong - Oceans Asia

El CSIC ha desarrollado ya mascarillas con filtros de materiales biodegradables para dispositivos sanitarios reutilizables. Mientras se implantan, en los hogares los grupos ecologistas apuestan por el reciclaje. «Nosotros estamos porque no se abandonen y se depositen en el contenedor amarillo», explica Carlos Arribas, responsable de residuos de Ecologistas en Acción. No es la recomendación oficial, ya que las autoridades piden que estos residuos vayan al contenedor de la fracción resto (gris o verde, según la comunidad). «En las calles empieza a haber mascarillas y guantes por todas partes. Hay cierto abandono de esos residuos y lo que se abandona en las calles acaba en los ríos, en los mares, o el viento lo lleva al campo o a las cunetas», continúa Arribas.

Es un tema que ya preocupa en el Ministerio para la Transición Ecológica, que ha decidido publicar una serie de recomendaciones para evitar el incremento de residuos como consecuencia de un mayor consumo de productos de un solo uso. Para ello, aboga por fomentar «la fabricación y uso de mascarillas higiénicas reutilizables» o reducir el uso de guantes, ya que «su utilización solo está aconsejada en circunstancias muy concretas, siendo en general preferible no emplearlos y ser rigurosos con las medidas de higiene».

Operation Mer Propre

Por ahora, las imágenes no son alentadoras. Cuando apenas han pasado tres meses desde que estallara la crisis en Europa, buzos de la ONG francesa Opération Mer Propre han encontrado en su primera inmersión todo tipo de restos sanitarios en el lecho del Mediterráneo, en la costa azul francesa, cerca de Antibes. Las imágenes muestran mascarillas quirúrgicas empapadas y cubiertas de algas, guantes de plástico sucios en el fondo del mar y botes de gel hidroalcohólico. «Estas mascarillas no las hemos tenido mucho tiempo y vamos a tener miles de millones, así que cuidado, es el comienzo de un nuevo tipo de contaminación», denunciaba en un vídeo el fundador del grupo ecologista, Laurent Lombard, esta semana.
Multas por arrojarlas

En España, algunos ayuntamientos ya están recordando que arrojar material a la vía pública puede acarrear la imposición de multas. En la ordenanza municipal de Toledo, por ejemplo, se plantean sanciones entre los 150 y los 3.000 euros, y en las de Cádiz, entre los 100 euros y los 750 euros.

«Mucho plástico del que hemos usado no va a ser reciclado. Y habrá que ver cómo se gestiona en los mares», dice la investigadora Eljarrat. Porque la realidad vivida durante el pico de la pandemia ha sido de avalancha de residuos sanitarios. Además, las mascarillas, guantes o protectores de hospitales, residencias u hogares de contagiados no se pueden reciclar, por orden de Sanidad, por lo que los residuos han acabado en los vertederos o se han incinerado. En Cataluña el incremento de este tipo de basura fue de un 350% en abril; unas 1.200 toneladas generadas en un mes y de las que se incineraron 700. En Asturias, el aumento fue similar, del 307% y 135 toneladas. Castilla y León pasó de recoger 4,7 toneladas diarias a 14,3.

Mascarilla en Roma - Reuters

Para estar preparados ante un posible colapso del sistema de gestión de residuos, Sanidad llegó a plantear incluso que los hornos de las cementeras se utilizaran para incinerar los desechos sanitarios. Según fuentes de Oficemen, agrupación de fabricantes de cemento de España, se han hecho pruebas en algunas instalaciones y se está ayudando a eliminar la fracción resto de las plantas de valorización, pero ninguna cementera fue finalmente requerida.
En los hogares

A todo ello se suman los residuos generados en casa. Mientras todos los demás tipos de desechos (orgánico, papel o vidrio) se redujeron por el parón de la economía, el consumo en los hogares ha incrementado el empleo de envases y bolsas. En España, el uso del contenedor amarillo aumentó los primeros meses de confinamiento un 15%, según un estudio de Ecoembes con información de las plantas de selección. Pero no necesariamente se recicló todo lo que debía ser reciclado. Las medidas sanitarias obligaron a suprimir los procesos de separación manual de materiales para el cubo gris. «Así, se recuperan menos materiales y, por tanto, aumentan los residuos destinados a vertedero e incineración», critican desde Ecologistas en Acción. Tras el pico de la pandemia toca intentar volver a la normalidad y esta semana Transición Ecológica ha aprobado una nueva normativa para recuperar la separación de residuos y limitar la incineración paulatinamente.

Tampoco hay evidencias de que el plástico sea más seguro frente al virus. Su supervivencia puede ser de hasta 72 horas en el plástico y el acero inoxidable, de 4 horas en el cobre y de 24 horas en el cartón, según un estudio realizado en condiciones de laboratorio. Por ello, Transición Ecológica considera que «puede ser preferible emplear productos reutilizables sujetos a medidas adecuadas de limpieza y desinfección en lugar de materiales desechables».
Retraso en las medidas

Mientras, Baleares, pionera en prohibir los plásticos de un solo uso en España, ha aprobado un aplazamiento de la medida tanto tiempo como se prolongue el estado de alarma. En EE.UU., estados como California han suspendido el impuesto por las bolsas de plástico. Y en Europa, los productores de plásticos han pedido a la Comisión que retrase a 2022 la implantación de la directiva contra los productos de un solo uso. «Mucho nos tememos que haya retrasos, porque era una directiva muy ambiciosa, y que todo lo que se aprobó el año pasado, no salga adelante», reconoce Arribas. Por ahora sigue en pie y Bruselas incluso ha planteado que para financiar el Fondo de Recuperación pospandemia se cree un impuesto al plástico no reciclado.