Durant aquests últims dies, a conseqüència de la crisi del coronavirus, la contaminació a les ciutats s'ha reduït més d'un 50%. Per això, és ara un bon moment per intentar tornar a començar. Per aconseguir que, quan tot torni a la normalitat, els nivells de contaminació no tornin a pujar, si més no, que no tornin a pujar fins al 100%, és a dir, com abans que la pandèmia arribes a les nostres vides.
Moltes ciutats ja planegen estratègies perquè això no succeeixi. Luxemburg amb la seva proposta d'un transport públic completament gratuït, va molt més enllà. A més de contribuir al medi ambient, té com a objectiu també acabar amb les desigualtats socials del país. Serà Luxemburg la ciutat model a seguir en aquest àmbit en la situació mundial de la postpandèmia? La seva idea podria ser molt favorable tant per la crisi climàtica, com per la crisi econòmica en què desgraciadament es troben moltes famílies.
Transport públic |
El País 29/04/20
En un momento de máxima consciencia ambiental, Luxemburgo ha implementado el transporte público gratuito. Así de sencillo: sin billetes, torniquetes, revisores ni máquinas expendedoras de papel en las estaciones de tren, tranvía y autobús. Esta medida, que se adoptó antes de que estallara la crisis del coronavirus con toda su crudeza, puede servir como ejemplo para el futuro que ahora todas las ciudades tratan de diseñar para la época de la postpandemia.
La implementación de un transporte público gratuito hace pensar que se aplica para reducir los problemas de congestión de tráfico y contaminación, pero esta medida se ha aplicado fundamentalmente para reducir las existentes desigualdades sociales del país. A pesar de que Luxemburgo cuenta con los salarios más elevados de Europa, las desigualdades económicas han crecido exponencialmente estos últimos años. Según datos oficiales, el 13 % de la población activa y el 10 % de jubilados se encuentran en riesgo de pobreza.
Con el fin de paliar esta situación socio-económica, desde el gobierno se han adoptado ciertas medidas para reducir la brecha entre ricos y pobres: subir el sueldo mínimo e implementar el transporte público gratuito.
Tal como aseguró el ministro de transporte, François Bausch: “Para las personas con bajos ingresos o con salario mínimo, [esta medida] es realmente sustancial”.
El Gran Ducado, con una población de 600.000 habitantes, es uno de los países más ricos del mundo. No en vano, cada día más de 200.000 personas provenientes de Alemania, Bélgica y Francia cruzan la frontera para trabajar en este pequeño estado europeo, utilizando sus propios vehículos como medio de transporte habitual. Este es uno de los factores que ha provocado tanto la normalización de los atascos en el centro de la capital haciendo que la dependencia del coche sea un hecho palpable. Además, cabe resaltar que Luxemburgo tiene una ratio de casi 7 vehículos por cada 10 habitantes, lo que sitúa este estado europeo en el primero de la Unión Europea con más coches por habitante.
Ya en 2018, el gobierno de coalición lanzó su promesa para implementar una movilidad sostenible en todo el territorio y finalmente, este 1 de marzo ha entrado en vigor la normativa que ofrece un transporte público gratuito. De este modo, tanto los luxemburgueses, los casi 200.000 trabajadores que viven fuera de Luxemburgo y el más de 1 millón de turistas anuales que visitan este estado no tendrán que pagar por subirse a los autobuses, tranvías ni trenes del país.
De hecho, el transporte público en Luxemburgo ya ofrecía beneficios para los menores de 20 años (era gratuito) y el billete de 24 horas tenía un precio de 4 euros; es decir, no era excesivamente caro si lo comparamos con otras ciudades europeas como Barcelona (22.45 €, 1-4 zonas), Londres (13,50 libras, 1- 4 zonas) o Copenhague (11 €, 1- 4 zonas).
El principal problema, además de la dependencia del automóvil, es la actual infraestructura, así como la antigüedad de la flota de autobuses. Muchos habitantes del extrarradio aun necesitan caminar unos cuantos kilómetros para coger un autobús por lo que la distribución no es del todo justa.
Mientras el gobierno planea invertir unos 3.900 millones de euros tanto en ferrocarriles, en una nueva flota de autobuses eléctricos, y en nuevos espacios de estacionamiento en las zonas fronterizas, hay mucha incertidumbre sobre cómo se va a suplir esta demanda y modernizar toda la flota. Desde el ministerio de transporte apoyan la idea de reducir las emisiones gracias a una nueva red de 600 kilómetros de carriles bici, invertir en áreas verdes y reemplazar todos los autobuses para 2030; pero la suspensión de tarifas de transporte público dejará de ingresar cada año más de 40 millones de euros. Así, todos estos cambios se tendrán que cubrir a través de impuestos. De todos modos, mientras muchos ya hablan de un nuevo comienzo de cambio de mentalidad, los más críticos lamentan que se haya priorizado la gratuidad total del transporte antes que la modernización de la red vial.
Por ahora, Luxemburgo espera que para 2025, el porcentaje de los que viajen diariamente en automóvil sea un 65 %; un porcentaje muy elevado pero menor del 73 % que había en 2017.
Siempre es una buena noticia que las ciudades apuesten por alternativas verdes y beneficiosas para el conjunto de la sociedad. Así, Luxemburgo encabeza la lista del país con un transporte público de tarifa cero, financiado en su totalidad por medios distintos de la recolección de tarifas de pasajeros.
Otros ejemplos notables y similares son las medidas tomadas en ciudades como Tallin (Estonia), Hasselt (Bélgica) o Viena (Austria), donde el transporte público has sido el pilar para potenciar la movilidad sostenible y la ecología urbana.