Com tots saben, el tema principal del qual es parla molt avui en dia, és el canvi climàtic. A causa d'això el president dels Estats Units, Donald Trump, ha pres la inicativa de combatre contra aquest problema i d'aquesta manera poder reduir l'impacte ambietal. Començarà amb la reducció de gasos contaminants que produeixen els cotxes, en Califórnia. Prendrà mesures preventives contra aquest contaminant.
Amb això podem saber que estem davant d'un impacte induït, ja que són les activitats humanes les que estan provoquen aquests problemes amb el medi.
Trump aquesta decidit a combatre contra la contaminació i d'aquesta manera demostrar i donar exemple al món del que tots han de fer per no seguir arriscant-davant d'aquest problema.
Tràfico en una autopista de California. |
La decisión de este miércoles, que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) tenía previsto anunciar oficialmente a lo largo del día, es la culminación de una larga batalla anunciada que empezó a concretarse el verano pasado, cuando la Casa Blanca, tras años de presiones de la industria automovilística, rebajó sustancialmente los objetivos federales de emisiones contaminantes. Desde 2012, los objetivos de California, los más ambiciosos de EE UU, se habían convertido en el estándar para todo el país tras un pacto entre Sacramento, Washington y la industria.
La pelea por destruir la herencia en materia de regulación medioambiental del Gobierno demócrata se ha convertido en algo personal para Trump. El presidente desactivó las restricciones de emisiones a petición de la industria. Pero la actitud de California de mantener las suyas dejó a los fabricantes ante un escenario de pesadilla: dos mercados distintos dentro de EE UU. Hay 15 Estados cuya regulación en este ámbito está ligada a lo que diga California. Entre todos, suponen un tercio del mercado automovilístico del país.
California, por sus características de población (39 millones de habitantes), tamaño y parque automovilístico (25 millones de coches registrados), tiene un permiso federal por el que está exenta de los límites fijados por Washington y puede fijar objetivos medioambientales más ambiciosos. Ese permiso es lo que ha revocado la Administración Trump este miércoles.
Las autoridades del Estado salieron inmediatamente a condenar el movimiento y prometieron una batalla judicial que ya se venía preparando. “California no va a esperar permiso de Washington para proteger la salud y la seguridad de los niños y las familias”, dijo el gobernador, Gavin Newsom, en un comunicado. “California, los mercados globales y la madre naturaleza prevalecerán”.
El fiscal general de California, Xavier Becerra, que ya ha presentado más de medio centenar de denuncias contra Trump en todo tipo de asuntos, anunció una nueva acción judicial. “No tiene ninguna autoridad ni base para retirar la excepción”, dijo Becerra. “Estamos listos para luchar por un futuro que usted parece incapaz de comprender; nos veremos en el juzgado si se interpone en nuestro camino”.
California fijó los primeros límites a las emisiones de coches en EE UU en 1966. Eran los años en que el smog de ciudades como Los Ángeles provocaba alertas sanitarias. Un año después, el Gobierno federal reconoció la autoridad del Estado para fijar sus propios objetivos de emisiones contaminantes. El republicano Ronald Reagan era gobernador y el demócrata Lyndon Johnson era presidente. Tres años después, con el republicano Richard Nixon como presidente, se aprobó la ley de Aire Limpio que ratificó la excepción de California por su tamaño y la velocidad con la que estaba creciendo su población y su parque automovilístico.
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