Les criptomonedes són monedes digitals utilitzades com amètode d'intercanvi. Existeixen molt tipus de criptomonedes, però les més conegudes són els Bitcoins, que van ser creats al 2009. Actualment una criptomoneda de Bitcoin equival a 45.646 Euros, evidentment el valor d'aquesta criptomoneda va augmentant amb el pas del temps, és per això que és tant famosa, ja que quan va començar el seu valor era mínim i el podia obtenir qualsevol.
Però aquestes criptomonedes també tenen una cara oculta la qual no agrada. El procés de crear criptomonedes a més de ser costós, produeix un gran impacte ambiental, això és degut a que per tal de poder crea-les calen unes màquines, que han d'estar les 24 hores funcionant, i per tant es consumeix una gran quantitat d'energia, per ser més exactes és el 0,5% d'energia consumida de tot el planeta. A més de tenir una gran despesa energética, genera una quantitat enrome de CO2 a l'atmosfera.
CARLO ALLEGRIREUTERS
El pasado 8 de febrero Tesla comunicó a la Comisión de Valores de Estados Unidos -el organismo que regula la Bolsa y las empresas que cotizan en ella- una inversión de 1.500 millones de dólares en Bitcoin. Tesla argumentaba que está inversión en un valor altamente especulativo proporcionaría "más flexibilidad para diversificar aún más nuestro negocio y maximizar los rendimientos de nuestro efectivo".
Desde el punto de vista financiero la jugada es arriesgada pero puede terminar saliéndole bastante bien. Si vendiese estos Bitcoins a día de hoy, por ejemplo, Tesla habría ganado más que todo el beneficio conseguido en 2020 por la venta de coches eléctricos.
Pero hay un coste oculto en estas criptomonedas, sobre todo en Bitcoin, y es un coste que en el caso de Tesla resulta difícil de ignorar: el impacto medioambiental que supone su creación y compraventa
Para 'minar' un Bitcoin, es decir, para conjurarlo de la nada, es necesario resolver una serie de acertijos matemáticos que requieren una enorme capacidad de cálculo y cuya dificultad aumenta con el tiempo. Esta dificultad y escasez inducida es parte de la filosofía detrás de esta divisa, ya que evita algunos de los problemas a los que se enfrenta el dinero fiduciario que manejamos normalmente.
Pero cuando aquí hablamos de enorme capacidad de cálculo, realmente es enorme. No basta un ordenador. Ni siquiera una habitación llena de ellos. Quienes se dedican a crear nuevos Bitcoin utilizan instalaciones con miles de procesadores gráficos (chips especialmente diseñados para el cálculo en paralelo a alta velocidad) trabajando sin descanso las 24 horas del día, para contribuir en una pequeña parte a la resolución de esos acertijos.
Estas máquinas consumen una enorme cantidad de energía. Y, de nuevo, cuando aquí hablamos de enorme, realmente es enorme. El Centro para Finanzas Alternativas de la Universidad de Cambridge estima que el proceso de minado actual consume cerca de 129,9 teravatios hora de energía, aproximadamente el 0,5% de toda la energía producida en el planeta.
Esta cifra equivale más o menos a la energía que consumen Ucrania o Suecia. Si Bitcoin fuera un país, estaría entre los 30 que más energía consumen del mundo.
Esta energía, por supuesto, procede en su mayor parte de fuentes no renovables. Es difícil de calcular, y depende de muchos factores, incluyendo la región donde están ubicadas estas máquinas o la época del año, pero con el nivel de demanda actual, alimentar completamente la infraestructura de Bitcoin con renovables es sencillamente imposible. Serían necesarias 11 veces más cantidad de energía solar de la que ahora se produce en todo el planeta, o 32 veces la cantidad de energía hidroeléctrica.
TESLA
Es aproximadamente el doble de la cantidad de coches que Tesla vendió el pasado año.
En su web, el fabricante de vehículos eléctricos presume de haber salvado al planeta de la emisión de 3,66 millones de toneladas de CO2. Es una cifra loable. A largo plazo, y teniendo en cuenta las emisiones asociadas a todo el proceso de fabricación y uso de vehículos de combustión interna, parece claro que los vehículos eléctricos, incluso aunque sean vehículos privados, son una mejor alternativa para la sociedad.
La decisión de invertir en Bitcoin, sin embargo, ha acabado de un plumazo con ese ahorro. Las emisiones que se han producido para minar esos 45.000 Bitcoin se acercan a los 4,1 millones de toneladas de CO2. Tesla es ahora una compañía que ha contribuido a emitir más 400.000 toneladas de CO2 a la atmósfera.
NO SOLO BITCOIN
Conforme se expande el boom de las criptomonedas y se popularizan otras herramientas y monedas similares a Bitcoin, este coste medioambiental se vuelve difícil de digerir.
En estas últimas semanas la atención de los inversores en criptodivisas se ha desviado por ejemplo hacia los conocidos como NFT, una herramienta criptográfica que permite establecer la autenticidad de un archivo asociándolo a una entrada en una cadena de bloques.
Esta herramienta ha demostrado ser increíblemente útil en el mercado del arte digital. Gracias a ella, los artistas pueden vender sus creaciones como si fueran objetos físicos. Es posible reproducirlos, crear una copia idéntica (al fin y al cabo son una colección de unos y ceros), pero sólo las originales tienen la trazabilidad que permite certificarlas como la obra original del artista. La web CryptoArt.WTF analiza automáticamente el coste medioambiental de la compraventa de estas obras de arte y las cifras son espeluznantes. La creación y venta mediante NFTs de un pequeño vídeo o archivo gráfico consumen la misma cantidad de energía que un residente en cualquier país de la Unión Europea consume a lo largo de meses o incluso años.
Hay varios proyectos en marcha para tratar de reducir el impacto medioambiental de Bitcoin y otras divisas y criptoherramientas pero incluso aquellas que aspiran a alimentarse al 100% de energías renovables tienen que hacer frente a un dilema moral. ¿Realmente está justificado el uso de estas grandes cantidades de energía para aplicaciones tan poco esenciales?
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