EL CANVI CLIMÀTIC AUGMENTARÀ ELS BROTS DE MALALTIES INFECCIOSES EN ANIMALS SALVATGES
Darrerament, la revista Science ha publicat un estudi sobre el vincle entre l'augment de brots de malalties infeccioses en animals salvatges i el canvi climàtic. Segons aquest esudi les espècies més afectades, es a dir, entre les que hi han hagut més brots, són les adaptades al clima fred i templat. Aquestes zones són: Sibèria, Alaska i Canadà, seguidament d'Europa i part dels Estats Units.
Pel que fa als humans, l'augment d'aquests brots de malalties infeccioses comporta un gran risc, perquè malgrat siguin en animals salvatges d'una manera o altre mantenim contacte amb ells i ens podem contagiar, ja que la majoria dels patògens humans s'originen a la vida salvatge.
Un clar exemple actual es el SARS-CoV-2, propagat en aquest cas pels ratpenas, però com aquesta malaltia n'hi han hagut altres com el VIH, l'ébola o el virus del Nil Occidental.
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Fotografia de tres óssos rentadors
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El Mundo 19/11/2020Un nuevo estudio publicado en 'Science' señala que el calentamiento global está contribuyendo a la circulación de enfermedades infecciosas en las regiones con climas fríos y templados, cuyas especies han estado más protegidas de la invasión de parásitos.
Durante mucho tiempo los efectos del cambio climático se veían como una amenaza lejana e imprecisa. Pero el aumento de las temperaturas, los fenómenos meteorológicos extremos y la subida del nivel del mar los han convertido en una realidad acuciante. Además, los científicos saben que cualquier modificación del equilibrio natural del planeta provoca a su vez cambios profundos y complejos en las comunidades ecológicas. Otros efectos inesperados comienzan a perfilarse, entre ellos variaciones en la distribución de las enfermedades infecciosas, que incluyen cambios en los organismos que las provocan -hongos, bacterias o virus- y en los vectores biológicos que las transmiten.
Esta semana la revista Science publica un estudio que explora ese vínculo entre el cambio climático y el riesgo de enfermedades en la vida salvaje. En concreto, apunta que las especies adaptadas a hábitats fríos y templados son las que más aumentarán el riesgo sufrir de brotes de este tipo de patologías. "Tradicionalmente las especies adaptadas a las temperaturas bajas -que viven típicamente en latitudes septentrionales o en altitud- han estado protegidas de la invasión de especies parásitas por inviernos duros", explica Jeremy Cohen, investigador de la Universidad de Florida Sur y autor principal del estudio. "Pero los inviernos se están volviendo más suaves y cortos".
En concreto, Siberia, Alaska y Canadá estarían entre las regiones más afectadas, seguidas de Europa y los estados más septentrionales de EEUU. En cambio, las especies de climas cálidos podrían experimentar ligeras reducciones en el riesgo de sufrir enfermedades. "Hemos evaluado cómo el cambio climático puede influir en las enfermedades que afectan a la fauna silvestre, no en el riesgo total de experimentar infecciones", matiza Cohen.
"Las especies que viven adaptadas a zonas de más calor -tropicales, subtropicales o de baja elevación- siguen experimentando un mayor riesgo de parasitismo en general, pero hemos comprobado que es poco probable que el cambio climático aumente esos riesgos y que, incluso, puede reducirlos ligeramente".
Los resultados muestran que los vínculos entre la biología y el clima existen, pero también que son complejos y difíciles de desentrañar. En décadas anteriores algunos biólogos habían propuesto la llamada 'hipótesis del desajuste térmico' para explicar estas nuevas pautas, sugiriendo que los patógenos tienden a tener una mayor tolerancia a las temperaturas anormales que sus huéspedes. Así, un cambio en el ambiente afectaría más al anfitrión que al patógeno que puede afectarlo. El estudio liderado por Cohen ha puesto a prueba esta hipótesis analizando un conjunto de datos que describe la prevalencia de patógenos en 7.346 poblaciones animales en todo el mundo, con datos sobre la meteorología y el clima local para cada lugar. La modelización de los datos en el estudio apoya la hipótesis del desajuste térmico", concluyen los científicos, "tanto en ecosistemas terrestres como de agua dulce" y es especialmente pronunciada en animales de sangre fría.
NUEVOS RIESGOS PARA LOS HUMANOS
Otros estudios ya habían avanzado que el cambio climático está modificando los patrones de propagación de enfermedades infecciosas, con los riesgos que eso implica para los seres humanos y para la biodiversidad. En 2018 un artículo en la revista The Lancet mencionaba estas enfermedades transmisibles como una de las principales amenazas que el calentamiento global presenta para la salud pública. Ya en 2005 un documento del ministerio de Medio Ambiente anticipaba la extensión geográfica a nuestro país de patógenos y vectores subtropicales adaptados a sobrevivir a climas menos cálidos y más secos, como así ha sido. "Entre las enfermedades vectoriales susceptibles de incrementar su incidencia en España se hallan algunas transmitidas por mosquitos (dengue, enfermedad del Nilo Occidental, malaria) o garrapatas (encefalitis)", afirmaron entonces los autores del documento.
Este año la pandemia ligada al SARS-CoV-2 ha supuesto un recordatorio sobre la fragilidad del equilibrio natural. Las zoonosis se han convertido en una nueva fuente de preocupación para la población mundial. "Aunque no hemos estudiado los datos de enfermedades humanas específicamente, las enfermedades en la vida salvaje son importantes para la salud pública, porque la mayoría de los patógenos humanos se originan ahí", señala Cohen, que cita los ejemplos del VIH, el ébola o el virus del Nilo Occidental además de la Covid-19. "Y nuestras conclusiones apuntan a que las enfermedades que circulan entre humanos y otras especies naturales podrían comenzar a ser más comunes en las zonas templadas cada vez más al norte".
Al mismo tiempo los científicos también señalan la multiplicidad de factores que causan las epidemias, que harán necesarias nuevas investigaciones antes de poder especificar el papel del clima en cada uno de los patógenos. Cada enfermedad infecciosa tiene características propias, en las que el cambio climático se entrelaza con la biología de los agentes infecciosos y con los cambios en las formas de vida de las especies a las que afectan. Por eso cada vez más investigadores subrayan la importancia de fomentar y desarrollar programas de vigilancia y control específicos para las enfermedades de transmisión vectorial de cara a prevenir futuros brotes.
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