Aquest temporal està suposant un risc per a la població, ja que ha paralitzat el transport i la comunicació de ciutats senceres i ha malmés els camps de conreu i les zones agrícoles, que no es trobaven preparats.
Aquests events no ens han de prendre per sorpresa, perquè el que vivim avui no és una casualitat, sinó una conseqüència del canvi climàtic. Aquesta borrasca no és la primera: l'any passat vam patir l'anomenada "Glòria"; i tampoc serà la última. En els pròxims anys l'escalfament global portarà cops de calor cada cop més intensos a l'estiu i entrades de fred encara més severes a l'ivern.
La humanitat està arribant a un punt de no retorn amb conseqüències devastadores i aviat ja no serà possible fer marxa enrere.
Nevada a Madrid, Espanya. |
Noticias de Guipuzkoa, 18/01/2021
Buena parte del territorio de la Península Ibérica ha sufrido la embestida de una excepcional borrasca, una impresionante nevada, una de las más intensas en décadas, que ha provocado una situación de grave emergencia, paralizando los transportes, en muchas ciudades y municipios especialmente del centro peninsular, y que en el caso de Euskadi no ha sido de tanta importancia, más allá de preciosas vistas que hemos tenido con la nieve, y los problemas que ha habido en el transporte para desplazarse al centro peninsular.
Es obvio que las administraciones no pueden disponer de medios adecuados para fenómenos tan excepcionales como este. Pero habrá que aprender lecciones, especialmente importantes ya que cabe prever cada vez más fenómenos climatológicos extraordinarios en el futuro. Y convendrá desmontar desde los argumentos científicos cualquier planteamiento que aproveche el frío para el negacionismo del cambio climático.
Las intensas nevadas y las gélidas temperaturas que deja la borrasca Filomena en buena parte de la península son una muestra más de los fenómenos meteorológicos extremos que se asocian a las consecuencias del calentamiento del planeta. Pero algunos se preguntan cómo puede nevar tanto y hacer tanto frío si el planeta se está calentando.
Muchas veces se confunde el tiempo con el clima, la meteorología con la climatología. El temporal de nieve y el frío que hemos viviendo con tanta fuerza y virulencia tiene que ver con el tiempo –el estado atmosférico en un momento y un lugar concretos–, que va cambiando cada día.
Sin embargo, cuando los científicos advierten del calentamiento de la Tierra, se refieren al clima –la media de los valores diarios de temperatura, precipitaciones€ en un lugar determinado durante un periodo largo–, y aquí la tendencia no deja lugar a dudas.
Por lo tanto, cuando hablamos de tiempo, son las condiciones atmosféricas en un lugar concreto, en un periodo muy corto de tiempo. Y, cuando nos referimos al clima, son los datos de temperaturas y precipitaciones de un lugar (o región) a lo largo de un periodo largo de tiempo. Este dato sí que es relevante, porque estas variaciones sí que afectan a los ecosistemas y a la sociedad.
¿Qué es el cambio climático? La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc) señala que por cambio climático se entiende "un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables".
La Cmnucc distingue entre "cambio climático" en el que las actividades humanas alteran la composición atmosférica, y "variabilidad climática", imputable a causas naturales. Las variaciones climáticas naturales se han sucedido a lo largo de la historia de la Tierra. Sin embargo, las actividades humanas interactúan ahora con los sistemas naturales y provocan el cambio. La denominación del cambio climático inducido por el ser humano es el "cambio climático antropogénico", que tenemos actualmente.
El cambio climático no significa que desaparezca el invierno o que de repente el planeta se convierta en un horno. Además, la temperatura no cambia igual en todo el planeta ni en todas las zonas de su atmósfera.
En un clima cambiante, las anomalías y los eventos extremos son cada vez más habituales. Y en términos climáticos, a veces parece que continuamente hablamos de récords. En el año que dejamos, el planeta ha vivido –como viene siendo habitual en la última década– un aumento de la temperatura que convierte a 2020 en el año más cálido desde que hay registros, junto con 2016.
El programa europeo de observación terrestre Copernicus acaba de confirmar que el año 2020 fue el más cálido en Europa desde que hay registros, que iguala el récord de 2016 como el más cálido a escala mundial y que los seis últimos años han sido los más calurosos.
El cambio climático afecta a la frecuencia e intensidad de los episodios meteorológicos extremos, son cada vez más frecuentes los de temperaturas extremadamente cálidas, pero, ¿qué sucede con las grandes nevadas y las olas de frío?
Un estudio de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) revela que, en los diez últimos años, el 95% de los récords de temperaturas que se han registrado en el Estado español son cálidos y tan solo el 5% fríos. Por cada récord frío en la última década en el Estado, se han producido 18 cálidos.
¿Cómo se ha generado Filomena? Científicos británicos señalan como posible origen un calentamiento repentino de la estratosfera. Estos calentamientos repentinos se caracterizan por el aumento de la temperatura de la estratosfera sobre los polos, que suelen desencadenar fuertes bajadas de las temperaturas y tormentas de nieve en latitudes inferiores. En ocasiones, estos fenómenos pueden producir un cambio en las corrientes de chorro, provocando un tiempo excepcionalmente frío en Europa y el norte de Asia.
Además, han averiguado que, cuando el vórtice polar estratosférico se parte en dos, su impacto sobre la meteorología, con nevadas y temperaturas muy bajas, es más rápido y fuerte. "El tiempo excepcionalmente frío que generan esas roturas del vórtice polar son un fuerte recordatorio de cuán rápido puede cambiar el tiempo", ha explicado en un comunicado Dann Mitchell, coautor de la investigación.
El programa europeo Copernicus resalta también que en 2020 pese a reducirse las emisiones de gases de efecto invernadero a causa de la pandemia, su concentración en la atmósfera ha seguido aumentando –la concentración de CO? sigue subiendo a un rimo de 2,3 partes por millón (ppm) al año y en 2020 alcanzó un máximo de 413 ppm–.
"Hasta que las emisiones globales no se reduzcan a cero, el dióxido de carbono continuará acumulándose e impulsando el cambio climático", asegura el director del Servicio de Vigilancia de la Atmósfera de Copernicus, Vincent-Henri Peuch.
Los extraordinarios eventos climáticos de 2020 y los datos del Servicio de Cambio Climático de Copernicus nos muestran que lo que hoy vivimos no es sino la consecuencia de no haber actuado en su momento, que no se ha hecho lo suficiente, y que hay que garantizar una transición energética hacia un futuro de cero emisiones.
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