Recentment a la Cova de Arcoia (Galícia), s'ha trobat una estalagmita de 30 centímetres de llarg de més de 500.000 anys d'antiguitat. L'Institut Universitari de Xeologia (IUX), ha sigut l'encarregat d'aplicar mètodes de datació radiomètrica, per poder determinar com ha evolucionat l'impacte del canvi climàtic amb el pas dels anys. El geòleg Juan Ramón Vidal Romaní, explica que aquesta estalagmita s'ha format a partir d'una sèrie de condicions específiques, com per exemple trobar-se en un entorn amb condicions estables, que no hagi sigut alterat per despreniments ni tremolors i haver-se format gràcies a un goteig regular i continu.
El CO2 s'infiltra en les roques, fent així que cada vegada hi hagi més concentració d'aquest a les roques, a causa de les grans emisions que es fan diariament. Per tant s'hauria de concienciar a la població, que les nostres accions no només afecten a la superfície terrestre, sinó que va més enllà de les coses que podem veure.
Una de les estalagmites estudiada a l' IUX (ESP05) |
Cientos de miles de años antes de que el ser humano empezase a registrar los eventos del clima ya existían las estaciones meteorológicas. Los sucesivos cambios climáticos que ha experimentado la Tierra fueron quedando atrapados en los corales, en los núcleos de hielo, en los sedimentos del mar y los lagos y hasta en los anillos de los árboles, pero la película más detallada de territorios como el sur de Europa se fue grabando gota a gota en las cuevas calcáreas. Los espeleotemas, es decir, las estalactitas y, sobre todo, las estalagmitas, guardaron testimonio de las glaciaciones y los periodos interglaciares que se han venido sucediendo, de las épocas de lluvia y de las sequías. De forma continua, en silencio y a oscuras, en galerías subterráneas que han permanecido inalterables mientras fuera se extinguían incontables especies y mucho tiempo antes de que el Homo sapiens ganase el pulso al neandertal. Así es como se escribió la historia en la estalagmita ESP06, un colmillo afilado de las fauces de la cueva de Arcoia (Céramo, Folgoso do Courel, Lugo) de unos 30 centímetros de largo. Ni muy grande ni muy pequeño, elegido entre otros muchos por el geólogo Juan Ramón Vidal Romaní por una serie de condiciones, como la de hallarse en un entorno estable, no alterado por derrumbes o sacudidas sísmicas, y haberse formado gracias a un goteo regular y continuo.
Al catedrático y su equipo, científicos del Instituto Universitario de Xeoloxía da Coruña, no les valía “cualquier estalagmita” si el objetivo era viajar lo más lejos posible, pero con fiabilidad, en el tiempo. Buscaban una que pudiese encerrar en su interior datos de la mayor antigüedad para internarse en el Cuaternario. Ni las muy grandes, difíciles de analizar, ni las muy pequeñas eran óptimas. Tenía que ser, además, una estalagmita aún en desarrollo, dentro del Geoparque de la Unesco Montañas do Courel, una de las excepciones calcáreas en la granítica Galicia, en el límite sur del glaciarismo europeo y zona de refugio de la fauna en la edad de hielo. Por medio de técnicas de datación radiométrica y análisis isotópico, lograron constatar la evolución paleoclimática desde hace 550.000 años, una edad no alcanzada antes en Europa en el estudio de una estalagmita.
“Se puede pensar que vale cualquiera, pero no”, explica Vidal Romaní. “Hay que escoger una estalagmita que siempre estuviera desarrollándose, sin interrupciones, y que creciese poco a poco, porque si lo hace muy rápido es que cae mucha agua”, continúa. “Eso significaría que el uranio/torio [elementos radiactivos en los que se basa la datación radiométrica para calcular la edad en formaciones de carbonato de calcio] que van disueltos estarían demasiado diluidos”. En baja concentración no se podría calcular la antigüedad del espeleotema. “Hay que tener suerte, pero también elegir con cuidado, porque las dataciones son muy caras”, insiste este miembro de la Real Academia Galega de Ciencias. La base de la estalagmita “nos da su máxima antigüedad”, describe el geólogo. “Y luego se corta longitudinalmente con una sierra de precisión para empezar a tomar muestras de cada capa” milimétrica con un torno “de dentista”. Los isótopos de oxígeno y carbono revelaron la temperatura y humedad “en cada uno de los más de medio millón de años” de crecimiento de la ESP06, que guardaba en sus entrañas cuatro periodos interglaciares y tres glaciares intercalados.
El contenido de dióxido de carbono en el agua que se filtra a las cuevas depende también de la vegetación, mucho más abundante cuando el clima es cálido y húmedo. La mayor presencia de aragonita indica un clima más seco y cálido. La calcita (otra de las formaciones cristalinas del carbonato de calcio), un clima más frío y húmedo. Si la superficie de una estalagmita queda en seco durante una época por disminución del flujo de goteo, se aprecia una capa de erosión o mineralización por contacto con el oxígeno del aire, de color más oscuro y perfil serrado. Estos y otros datos dibujados, capa tras capa, con la paciencia de una gota eterna sirven para interpretar la evolución del clima y del paisaje en la faz de la Tierra.
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