Segons l'Institut Mediterrani de Biodiversitat i Ecologia, el mar Mediterrani serà la zona zero del canvi climàtic. Només de pensar-ho fa por. Aquest impacte induït desencadena riscos induïts que afectaran a tot el planeta, però tot començarà o ja està començant a casa nostra, al mar mediterrani. De fet, l' augment de la temperatura de la regió mediterrània ha arribat ja als 1,5 graus més respecte als nivells preindustrials. Les temperatures a les zones mediterrànies augmentaran més que a la resta del planeta, i es produiran riscos com: sequeres pronunciades, impactes a la salut i a la seguretat alimentària, pèrdua d'ecosistemes, i la pujada de gairebé un metre del nivell del mar.
Això és el que vindrà si no prenem mesures radicals contra els gasos d'efecte hivernacle. I molt pitjor serà pel 2040 o pel 2100. Però sense anar més lluny, dintre de dues dècades, més de 250 milions de persones podrien patir pobresa hídrica. Totes aquestes dades es van donar a conèixer aquest passat dijous a Barcelona durant una trobada de la "Unió pel Mediterrani".
Augment de la temperatura del Mediterrani a l'estiu. |
Lo quieran o no, 500 millones de personas de tres continentes están unidas por un mismo problema: el cambio climático. La cuenca del Mediterráneo es uno de los puntos calientes de esta crisis global y algunos de sus impactos “golpean” a esta región de “forma más dura que a otras partes del mundo”, apunta el profesor Wolfgang Cramer, director científico del Instituto Mediterráneo de Biodiversidad y Ecología, radicado en Francia. Por ejemplo, el aumento de la temperatura de la región mediterránea ha llegado ya a los 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales, lo que supone que el calentamiento en esta cuenca es un 20% más rápido que en la media del planeta.
Lo que viene —si no se toman medidas adicionales de reducción de los gases de efecto invernadero que sobrecalientan el planeta— es mucho peor: para 2040 ese incremento llegará a los 2,2 grados y posiblemente superará los 3,8 en algunas zonas de la cuenca en 2100. Además, en solo dos décadas 250 millones de personas sufrirán pobreza hídrica en la zona por las sequías.
Estos datos se incluyen en un informe cuyos primeros resultados se presentan este jueves en Barcelona durante un encuentro de la Unión por el Mediterráneo, una organización internacional en la que están representados los países de esos tres continentes que comparten las aguas del emblemático mar. Desde 2015, un grupo de más de 80 científicos coordinados por el profesor Cramer ha estado trabajando para esta organización en el estudio, que se titula Riesgos asociados al cambio climático y los cambios medioambientales en la región mediterránea. El informe aspira a ser el gran retrato del cambio climático en esta zona a partir del conocimiento científico actual. “Nunca antes se ha hecho una síntesis tan completa”, explica Cramer sobre un documento que está cargado de datos, muchos alarmantes.
El coordinador destaca la vulnerabilidad de mucha de la población de la región “porque vive muy cerca del mar y también porque son pobres y tienen pocas opciones para protegerse o alejarse”. El informe advierte: habrá más olas de calor “más significativas y duraderas” y “las sequías extremas serán más frecuentes”.
Nivel del mar. De entre todos los impactos, Cramer destaca la subida del nivel del mar. Para 2100 el informe apunta que superará el metro, lo que supone situarse en el escenario más pesimista que planteaba para el conjunto del planeta el reciente informe del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change), los científicos que asesoran a la ONU. Ese incremento de un metro tendrá impactos en un tercio de la población que vive en la costa del Mediterráneo; solo en el norte de África el sustento de al menos 37 millones de personas estará en peligro. A los daños en las ciudades por inundaciones, Cramer añade otro riesgo más: “la salinización de los suelos utilizados para la agricultura en los deltas y estuarios de los ríos como el Nilo, pero también el Ebro, el Ródano y el Po”.
Agua dulce. El otro gran impacto que más preocupa a Cramer es el aumento de la intensidad de las olas de calor y sequías, que golpeará con dureza a España. Desde 1950, la frecuencia de las sequías ha aumentado. Y el informe señala que aunque el calentamiento se quede por debajo de los dos grados —el objetivo que fija el Acuerdo de París—, los habitantes de las cuencas fluviales en Oriente Medio y Oriente Próximo estarán expuestos a una dura escasez de agua. El estudio destaca que la disponibilidad de agua dulce puede caer un 15% en las próximas décadas en el conjunto de la región mediterránea, lo que tendrá graves consecuencias en la agricultura. Y calcula que en 2040 alrededor de 250 millones de personas de la zona sufrirán pobreza hídrica —dispondrán de menos de 1.000 metros cúbicos por cabeza al año—. Esta situación, advierten los científicos, puede hacer que aumenten los conflictos e, incluso, las migraciones masivas.
Impactos en la salud y seguridad alimentaria. El equipo científico encargado de este gran retrato del calentamiento global enumera también los riesgos para la salud: “Se espera que las enfermedades y muertes relacionadas con el calor sean más frecuentes, especialmente en las ciudades debido al efecto de las islas de calor y para los grupos de población vulnerables”. Más allá del cambio climático, los científicos destacan que el deterioro de la calidad del aire, los suelos y el agua por la contaminación supondrá más enfermedades respiratorias y cardiovasculares y una disminución del acceso a los alimentos saludables.
Relacionado con esto, los expertos indican que puede peligrar la seguridad alimentaria, ya que se puede ver afectada por el aumento de la población y la bajada en el rendimiento de los cultivos, la pesca y la ganadería. “El 90% de las poblaciones comerciales de peces ya están sobreexplotadas en el Mediterráneo”, recuerda el informe. “Y se espera que el peso medio de los peces se reduzca hasta en un 49% para 2050”, se pone como ejemplo.
Pérdida de ecosistemas. Los especialistas no solo se centran en los impactos sobre los seres humanos y sus medios de vida. Se advierte de que “muchos de los ecosistemas están amenazados por el cambio climático, los cambios de usos del suelo, la contaminación y la sobreexplotación”. Por ejemplo, el proceso de acidificación del agua de mar —causado por la absorción del CO2 procedente de las emisiones humanas— y el aumento de la temperatura del agua “ya han causado una pérdida del 41% de los principales depredadores, incluidos los mamíferos marinos”. El informe cita algunos casos concretos, como la proliferación de las plagas de medusas por el incremento de la temperatura del agua, la invasión de mosquitos tigre y la aparición de especies invasoras como los peces león que dañan a las autóctonas.
Respecto a los impactos en la tierra, los científicos alertan del aumento que ya se está dando de los “megaincendios” debido al calentamiento y a los cambios en el paisaje. En el futuro, las áreas quemadas podrían crecer hasta un 40%, incluso, en el escenario más optimista de un aumento de la temperatura de 1,5 grados.
Es complicado no caer en el pesimismo cuando se lee el informe que ha coordinado Cramer. Pero este profesor resalta que el objetivo es “proporcionar información equilibrada sobre los riesgos para toda la cuenca mediterránea” para los responsables políticos y sus asesores. Y pide acción: “El norte necesita ayudar al sur a adaptarse para garantizar que la economía de los países del sur tenga estabilidad”. Cramer resalta la importancia de reducir los gases de efecto invernadero, porque cada reducción ayuda a limitar el aumento global de la temperatura. “Todos los países, y en particular los del norte, deben aplicar políticas compatibles con el Acuerdo de París. Cada tonelada de CO2 que se reduzca cuenta”.
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