18 de maig 2020

Tifó Vongfong toca terra sis vegades a Filipines


A Filipines ha aparegut un tifó que ha passat durant sis vegades en 24 hores de pas pel país. Aquest perillós tifó, és un risc natural, que viatjava a la capital, Manila, divendres passat, dia 15. A conseqüència de la seva arribada durant el confinament, que s'està duent a terme al voltant de el món degut a virus Covid-19, s'ha produït una problemàtica major, pel fet que ha estat més difícil de tractar del que normalment es fa en situacions similars.
Aquest tifó, portava amb ell vents de 125 km/h i ratxes de fins 165 km/h. Encara que els danys produïts no hagin estat confirmats avui dia, s'espera un alt impacte sobre l'ecosistema i es creu que també en algunes vides humanes.


Satellitenbild Taifun Vongfong rast auf östlichen Philippinen zu (picture-alliance/AP/NASA)
Tifó Vongfong

Las autoridades de emergencia desconocen aún la intensidad de los daños, pero advierten que el ciclón azotó con "vientos destructivos".

Vongfong, el primer tifón de la temporada, arrasó varias islas del centro de Filipinas al tocar tierra seis veces en las primeras 24 horas de paso por el país, mientras se espera su llegada a Manila, la capital del país, este viernes (15.05.2020).

El tifón arrastra "vientos destructivos e intensas lluvias", informó en su último boletín Pagasa, la agencia filipina de meteorología, que elevó la alarma al nivel 3 (de un total de 4) en las provincias del sur de la isla de Luzón; y el nivel 2 en la zona centro, donde se ubica el área metropolitana de Manila.

Vongfong se debilitó levemente tras tocar tierra seis veces, con vientos de 125 kilómetros por hora y rachas de hasta 165 km /h, frente a las rachas de 180 km/h detectada ayer por Pagasa en la zona centro de Filipinas, donde las provincias de Samar Norte y Sorsogon están sin electricidad e incomunicadas.

A pesar de haberse debilitado levemente, la velocidad del viento que acompaña el tifón puede ser fatal a medida que se acerca a Manila, donde una cuarta parte de sus 13 millones de habitantes vive hacinada en barriadas de viviendas precarias.

El Centro Nacional de Reducción de Riesgo de Desastres señaló hoy de que todavía no tiene un informe preciso de daños y posibles víctimas ante las dificultades para comunicarse con las pequeñas provincias insulares que el tifón ya dejó atrás, pero sí espera que "el impacto haya sido alto".

El tifón, bautizado localmente Ambo, entró el jueves en Filipinas por la localidad de San Policarpio, en la isla de Samar, donde unas 400.000 viven en zonas bajas y costeras, especialmente vulnerables al paso de la tormenta, cuya fuerza es equivalente a un huracán de categoría 4.

Vongfong se desplaza a una velocidad de 15 kilómetros por hora mientras enfila hacia el norte de Filipinas, cuya área de responsabilidad se espera que abandone el martes por la mañana rumbo a Japón.

Millones de filipinos están confinados en sus viviendas por la pandemia, pero más de 140.000 personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares en busca de refugio de emergencia debido a la fuerte tormenta, informaron las autoridades.







14 de maig 2020

Els espanyols van reciclar un 8% més d'envasos en 2019


La contaminació atmosfèrica és un dels grans impactes que hi ha en el món, el qual provoca un seguit de canvis climàtics que són un risc per nosaltres, però realment, ha sigut originat per moltes de les nostres accions. Un clar exemple n'és el reciclatge, sobretot els envasos i plàstics.

Cada any és recol·lecten dades relacionades amb el tant per cent de reciclatge dut a terme per la població d'Espanya. Analitzant i comparant aquestes dades,podem observar que les 2019 a comparació a les 2015 han tingut una millora, fet que és molt important per seguir el camí per la millora de la salut del món.

Una mujer se dispone a tirar un cartón en un contenedor
del pueblo de Trives (Ourense) 


EL MUNDO 14/05/2020

El año pasado se reciclaron un total de 1.505.661 toneladas de envases de papel y cartón, plástico, briks y latas, según datos de Ecoembes. 37 millones de españoles reciclan habitualmente.

Gracias a más de 37 millones de españoles, durante el año pasado se evitó la emisión de 1,67 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, el equivalente a la totalidad de lo que emiten las centrales de carbón en España durante dos meses. También se ahorraron 1,5 toneladas de materias primas, se evitó el consumo de 20,74 millones de metros cúbicos de agua y de 6,36 millones de MWh de energía. Unas cifras que ponen de manifiesto el compromiso ambiental que mantienen los ciudadanos y que sitúa a España a la cabeza de Europa en cuanto al reciclaje de envases domésticos.

En tan sólo un año, los españoles han depositado en los contenedores amarillos y azules un 8,1% más de envases con respecto al 2018, según el balance que ha presentado este jueves la organización ambiental que coordina el reciclaje de envases en España, Ecoembes, dados a conocer en el marco de la celebración del Día Internacional del Reciclaje, que se celebra el próximo domingo.

Este crecimiento, que refleja como la ciudadanía está adquiriendo el hábito de reciclar, es particularmente observable haciendo una comparativa con los datos de 2015. Y es que el uso del contenedor amarillo y azul ha crecido un 32% desde entonces.



"En España ya somos más de 37 millones los de ciudadanos recicladores, cuatro millones más que hace solo cinco años, lo que demuestra que el reciclaje es una de las principales herramientas en las que los ciudadanos confiamos para hacer frente al desafío ambiental al que nos enfrentamos", ha asegurado Óscar Martín, consejero delegado de Ecoembes.

En concreto, cada ciudadano separó y depositó en los contenedores amarillos de fuera del hogar envases de plástico, latas y briks hasta 17,1 kilos, lo que supone un aumento del 9,1% en relación con 2018. En cuanto a los contenedores azules, se han llenado un 7,2% más que en 2018, lo que se traduce en unos 19,4 kilos de envases de papel y cartón por cada ciudadano.

Asimismo, este aumento que se ha dado en todas las comunidades autónomas, siendo la Comunidad Valenciana líder en la clasificación nacional de residuos vertidos en el contenedor amarillo en 2019 con un incremento de un 15,8%, a la que le sigue la Región de Murcia con un 15,2% y Baleares con un 14,9%. En cuanto al contenedor azul, la Comunidad de Madrid se corona como líder con un 13,9%, por delante de la Región de Murcia (13,5%) y la de Valencia (10,9%).




Así, el pasado año se reciclaron en España un total de 1.505.661 toneladas de envases de envases de papel y cartón, de plástico, briks y latas. De esta cifra, 631.683 toneladas corresponden a papel y cartón, el material más reciclado, 616.736 toneladas a envases de plástico, 249.420 toneladas a envases metálicos tales como latas de conservas o refrescos.

En cuanto al compromiso ambiental por parte de la ciudadanía, según datos de Ecoembes, el reciclaje es el hábito más extendido en los hogares, situándose diez puntos por encima de otras acciones como el ahorro energético o la reducción de las bolsas de plástico. Además, ocho de cada diez españoles tienen un cubo distinto para separar envases de plástico, latas y briks.

Otros estudios muestran datos igual de optimistas. Según una encuesta publicada por la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC) a finales de 2019, el 62% de los españoles se muestra dispuesto a cambiar sus hábitos en favor del medio ambiente y un 84,1% cree que todo el mundo tiene el deber de reciclar.

HACIA UNA ECONOMÍA CIRCULAR



El consejero delegado de la organización ha destacado la importancia de tres pilares fundamentales para asegurar el éxito del ciclo del reciclaje y la adopción de una conciencia responsable: la educación, la colaboración y la innovación. Para ello, la entidad trabaja con 900 agentes sociales y ambientales como organizaciones de consumidores, ecologistas y asociaciones vecinales.

Además, para facilitar la tarea de separar los residuos, en España hay 659.628 puntos de reciclaje (20.689 más que el año anterior). En concreto, en las vías públicas hay 390.611 contenedores amarillos y 224.945 contenedores azules. Además, en lugares de ocio, estadios deportivos y oficinas, hay 44.072 puntos de reciclaje.

Toda una gran cadena que junto a los 8.131 ayuntamientos que garantizan la recogida de los residuos, las 96 plantas de selección, los 442 recicladores que convierten los residuos en nueva materia prima y las 12.500 empresas que financian el sistema del reciclaje en España, completan el ciclo de la economía circular en el que el eslabón más importante es el ciudadano.




Coronavirus i canvi climàtic: per què la pandèmia no és realment tan bona per al medi ambient

La NASA ha detectat que l'actual pandèmia ha provocat una important disminució en l'emissió de CO₂, concretament la més important de la història, ja que hi ha menys avions i cotxes a les vies. Però no només han disminuït les emissions de gasos, Els sismòlegs han notat que el planeta fins i tot està vibrant menys. Ja que les mesures contra el coronavirus estan causant que la Terra vibri menys. Però, tot és tan positiu com sembla?
En les xarxes socials circulen imatges d'aigües que es veuen més cristal·lines i animals que ara passegen feliços per les ciutats sense humans al seu voltant.
Tot i això, l'ONU va alertar fa uns dies que el COVID-19 no té cap conseqüència positiva pel medi ambient, ja que aquestes disminucions són només temporals.
D'altra banda, L'ONU, per part seva, afirma que com a resultat de la pandèmia hi haurà un augment de perilloses deixalles mèdiques. A més, quan l'economia es recuperi, tornarem a les pràctiques d'abans, és per això que qualsevol impacte ambiental positiu que sorgeixi d'aquesta avorrible pandèmia ha de ser un canvi en els nostres hàbits de producció i consum cap a un ambient més net i ecològic.

BBC Mundo, 11 de Maig 202

El coronavirus está teniendo un efecto sobre el planeta.

Los datos son contundentes: la pandemia del coronavirus ha generado la mayor caída en la emisión de CO2 de la que se tenga registro en la historia.

"Ninguna guerra, ninguna recesión, ninguna otra pandemia, ha tenido un impacto tan dramático en las emisiones de CO2 durante el último siglo como el que ha logrado el covid-19 en pocos meses", escribió recientemente Matt McGrath, corresponsal de medio ambiente de la BBC.

Hay menos aviones en los cielos y menos autos en las vías. El consumo de energía ha bajado. La NASA ha detectado desde el espacio la disminución de gases contaminantes en la atmósfera.

Los sismólogos han notado que el planeta incluso está vibrando menos. En las redes sociales circulan imágenes de aguas que se ven más cristalinas y animales que ahora pasean felices por las ciudades sin humanos a su alrededor.
Cómo las medidas contra el coronavirus están causando que la Tierra vibre menos

La situación, sin embargo, puede que no sea tan alentadora, según los expertos.
"El covid-19 de ninguna manera tiene un lado positivo para el medio ambiente", escribió hace unos días Inger Andersen, directora del programa ambiental de la ONU.



Ante la ausencia de humanos, los animales recuperan sus espacios.

"Los impactos positivos visibles, ya sea la mejora de la calidad del aire o la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, no son más que temporales, ya que se deben a la trágica desaceleración económica y al sufrimiento humano", dijo Andersen.
¿Cuál será la especie dominante si los humanos nos extinguimos?

¿Qué alivio está recibiendo el planeta y qué se puede esperar a medida que la humanidad trate de volver a la normalidad luego de la pandemia?
Un respiro histórico

Varios análisis indican que estamos viviendo una caída sin precedentes en la emisión de CO2, uno de los principales gases contaminantes que causan el cambio climático.
"Estamos ante la amenaza de una extinción y la gente ni siquiera lo sabe"

En los últimos 100 años varias crisis han significado una disminución de las emisiones de CO2 derivadas del uso del petróleo, gas y carbón. Así ocurrió durante la epidemia de gripe española, la Gran Depresión y el fin de la Segunda Guerra Mundial.

La caída más fuerte, sin embargo, la ha causado el coronavirus en pocos meses.



La Agencia de Energía Internacional (EIA, por sus siglas en inglés), estima que en 2020 el mundo usará un 6% menos de energía, lo que a su vez lleva a una caída de las emisiones de CO2.

Eso equivale a que se deje de utilizar toda la demanda energética de India, un país industrializado con casi 1.700 millones de habitantes.

La caída global de la demanda de carbón será de un 8%.

Varios análisis del portal especializado Carbon Brief muestran que este año las emisiones de CO2 disminuirán entre un 4% y 8%, lo que representa entre 2.000 y3.000 millones de toneladas menos de este gas en la atmósfera.
Los 2 grandes escenarios mundiales que plantean algunos expertos para después de la pandemia de coronavirus

“Esto es un shock histórico para todo el mundo energético”, dice Fatih Birol, director de la IEA en un comunicado.
Cielo y tierra

La mayor caída en las cantidades de CO2 proviene de la disminución del transporte terrestre.

La industria aeronáutica ha tenido una caída histórica.

A nivel global, hasta marzo de 2020 el promedio de transporte terrestre había disminuido 50% respecto al mismo período de 2019.

El tráfico aéreo también se ha desplomado.

En Europa se han cancelado el 90% de los vuelos respecto a 2019. En Estados Unidos, cerca del 50% de los aviones se han quedado en tierra en comparación al año pasado.

La emisiones provenientes de los aviones, sin embargo, representan solo el 3% del total global, según explica Robbie Andrew, investigador del Centro Internacional para la Investigación Climática y Ambiental (Cicero).

“Si bien las reducciones relativas en el transporte terrestre son menores que las del transporte aéreo, las reducciones absolutas del terrestre son mucho más significativas", dice Andrew.

Los satélites de la NASA han detectado la disminución de gases contaminantes.

Desde febrero, los satélites de la NASA han detectado caídas de entre el 20% y el 30% de las emisiones de emisiones de dióxido de nitrógeno en algunas regiones de países golpeados fuertemente por el coronavirus, como Italia, China y Estados Unidos.

El dióxido de nitrógeno es un gas nocivo emitido por motores de vehículos, plantas de energía y complejos industriales.
¿Vamos hacia un planeta más verde?

En algunos países ya se han comenzado a ver iniciativas en favor del ambiente impulsadas por el coronavirus.

En París, por ejemplo, se están habilitando 650 km de “ciclovías corona”. En Milán se anunció un ambicioso plan para reducir el uso de autos y priorizar a peatones y ciclistas, como respuesta a la crisis causada por el virus.

La crisis del petróleo también podría impulsar cambios.

“Los precios del petróleo se han desplomado y eso causa un gran impacto. Hay preguntas legítimas sobre si esa industria alguna vez se recuperará”, le dice a BBC Mundo Robert Kaufmann, director del programa de energía y medio ambiente de la Universidad de Boston y especialista en el mercado del petróleo.


“Estamos viendo lo volátil que puede ser el precio de los combustibles fósiles”, dice Kaufmann.

“Quizás la gente ahora evitará proyectos que dependan del petróleo preguntándose: ‘ok, el precio está bajo ahora, pero volverá a subir, ¿vale la pena tomar ese riesgo’?”.
Un dilema complejo

El panorama, sin embargo, es más complejo.

China y EE.UU., las dos superpotencias, han visto cómo la pandemia destruye su economía.

Como explica Roger Harrabin, analista de medio ambiente de la BBC, ambos países están desesperados por volver a los niveles de producción anteriores al virus, así que sus líderes pueden pensar que la manera más segura de lograrlo es recurriendo a los viejos y confiables combustibles fósiles.

En EE.UU. hay presión para reactivar la economía.

Ante ese panorama, los gobiernos enfrentan un dilema complicado, según Harrabin.

“Deben decidir si rescatar a empresas contaminantes y usar ese rescate como palanca para imponer reformas con un enfoque ambiental, o dejar que vuelvan al uso intensivo del carbono como una medida para arreglar la economía de manera rápida”, dice Harrabin.

En EE.UU., algunas empresas de combustibles fósiles están decididas a buscar que el gobierno las rescate sin comprometerse con un futuro menos contaminante.

El presidente Trump, además, le ha restado importancia al cambio climático y ha insistido en ayudar a las compañías petroleras.

En China, por su parte, durante las tres primeras semanas de marzo se aprobó la operación de plantas impulsadas por carbón en una cantidad mayor a lo que se aprobó en todo 2019, según el centro de investigaciones ambientales Global Energy Monitor (GEM).

La La pandemia ha producido un aumento de desechos médicos tóxicos.

La ONU, por su parte, afirma que como resultado de la pandemia habrá un aumento de peligrosos desechos médicos.
Alivio temporal

El respiro que está viviendo el planeta es temporal, advierten los expertos.

Para lograr una disminución notable en las cantidades de CO2 en la atmósfera, se debería lograr una reducción sostenida del 10% a nivel global en el uso de combustibles fósiles durante un año, según el Instituto de Oceanografía Scripps de la Universidad de San Diego, EE.UU.

La NASA advierte que la disminución en las emisiones de gases como el CO2 necesitarían ocurrir durante un periodo de tiempo largo y sostenido para que pueda tener un impacto medible en el clima.

“Los mayores beneficios que estamos viendo son de corto plazo”, dice el profesor Kaufmann.

“Cuando la economía reabra es probable que regresemos a las prácticas que teníamos antes”, advierte.

Lugares que antes atraían multitudes, hoy lucen vacíos.

Por eso, el efecto del coronavirus en el planeta depende de las decisiones que se tomen al momento de superar la crisis sanitaria.

“Cualquier impacto ambiental positivo que surja de esta aborrecible pandemia debe ser un cambio en nuestros hábitos de producción y consumo hacia un ambiente más limpio y ecológico”, dice Andersen de la ONU.

Róisín Commane, profesora de física climática en la Universidad de Columbia, pone de ejemplo lo que ocurre en Nueva York, la ciudad más golpeada por el virus a nivel mundial.

Ahí, a pesar de que la ciudad está confinada, se sigue generando más del 80% de CO2 que se emitía antes de la crisis.

Muchas de estas emisiones vienen de los sistemas de calefacción de los edificios y de industrias de combustibles fósiles en los límites de la ciudad.

“Creo que da para pensar el hecho de que cerremos toda la ciudad y logremos (solo) una reducción del 10% en las emisiones de CO2”, le dijo Commane a la BBC.

La pandemia nos hace reflexionar sobre nuestro estilo de vida.

El profesor Kaufmann también cree que hay que hacer esas reflexiones.

“La pandemia nos está mostrando formas alternativas de hacer las cosas” dice. “¿A cuál de ellas nos vamos a adaptar en un mundo pospandemia?”.

“Todo depende de qué aprenderemos durante la pandemia que nos fuerce a cambiar nuestros comportamientos”.

Kaufmann hace énfasis en las rutinas personales, pero Commane añade una visión general.

“Necesitamos un cambio sistemático en la forma en que se genera y transmite la energía”, dice la profesora.
No hay cura mágica

Aunque los efectos del coronavirus son para muchos más evidentes en este momento que los de cambio climático, los expertos dicen que por causa de la pandemia no se debe descuidar el medio ambiente.

"La crisis climática no te dará la oportunidad de quedarte dos meses en casa y luego volver a la normalidad”, dice Kaufmann.

"Cuando la crisis climática llegue será más severa... y no la vas a solucionar de la noche a la mañana con una maravillosa vacuna", añade.

“No hay una cura mágica para el cambio climático”, concluye el profesor.


11 de maig 2020

La calor, una amenaça per a un terç de la població mundial

Els incendis forestals, el desglaçament, la pujada de nivell del mar, la desertització... Tot això són efectes directes del canvi climàtic que s'està desenvolupant actualment.
Una altra conseqüència és l'augment de la temperatura del planeta. Tal i com diu l'ONG Greenpeace, es preveu que fins al 2100 les temperatures augmentin entre 6º i 8º, cosa que provocarà un increment de les condicions d'aridesa així com,  més fenòmens extrems de precipitació.
Tot això ens afecta fins al punt de no poder viure en determinats llocs del planeta, ja que és díficil suportar temperatures tan insofribles com les que ens plantegen alguns científics. Les persones hauran de decidir entre aguantar la calor extrema o marxar de la seva llar en busca d'un territori amb millor clima.


Imatge del desert del Sàhara. Masuoka Peterhansel.



El coronavirus ha canviat el món i el nostre estil de vida de formes que eren difícils d’imaginar fa només uns mesos, forçant a velocitat de vertigen la nostra ment a provar d’imaginar el futur, a pensar com adaptar-se o fins i tot com modular la nova realitat. Potser aquest repte serveixi per ajudar en un altre terreny de canvis encara més radicals davant dels quals la ciència fa ja molt més temps que adverteix i demana acció: el canvi climàtic. I la urgència s’ha ratificat en un estudi aparegut aquest dilluns a ‘Proceedings’, la publicació oficial de l’Acadèmia Nacional de Ciències dels Estats Units, en el qual s’alerta que en els pròxims 50 anys, pel creixement de la població i l’escalfament global, més de mil milions de persones deixaran de viure en el «nínxol climàtic» en què la humanitat ha prosperat 6.000 anys.

L’estudi ha sigut realitzat per un grup internacional multidisciplinari de cinc experts, incloent científics del clima, ecologistes i antropòlegs, d’Europa, la Xina i els Estats Units, que han quedat impactats per les seves pròpies conclusions i per la vulnerabilitat humana que aquestes demostren. Perquè en les perspectives més optimistes de les seves anàlisis es produirà un canvi en el qual 1.200 milions de persones es veuran forçades en 50 anys a desplaçar-se o a suportar si no ho fan temperatures insofribles. Però en el pitjor escenari possible, seria un terç de la població mundial la que, en meres cinc dècades, estaria vivint en zones tan calentes com les de temperatures més altes avui al desert del Sàhara.

El «nínxol» durant mil·lennis

L’estudi, pioner en l’anàlisi de les condicions climàtiques òptimes per a la humanitat en els últims sis mil·lennis, ha establert dues franges climàtiques on s’ha produït aquest «nínxol»: una que es mou en una mitjana d’entre 11 i 15 graus Celsius, i una altra, una mica menys poblada, amb temperatures mitjanes d’entre 20 i 25 graus. Combinant aquestes dades amb previsions d’escalfament i creixement de la població, arriba l’alerta. 

Si no s’adopten mesures per frenar l’escalfament o es produeixen enormes migracions, es calcula que per al 2070 la temperatura experimentada pels humans s’elevarà uns 7.5 graus. Això són 2,3 vegades més que l’augment general previst de la temperatura i és una discrepància que s’atribueix al fet que la terra s’escalfarà molt més ràpid que els oceans, però també amplificada perquè els creixements de població més grans es projecten en les àrees ja més calentes d’Àsia i l’Àfrica.

Pressió migratòria

Els escenaris permeten anticipar enormes reptes als sistemes de producció d’aliments i també pressions migratòries. I els autors de l’estudi recorden que, tot i que «la migració pot tenir efectes beneficiosos en les societats, a gran escala inevitablement causen tensió, fins i tot ara, quan la relativament modesta quantitat de 250 milions de persones viuen fora dels seus països de naixement».

És una realitat a la qual també ha apuntat John Schellnhuber, un assessor d’Angela Merkel en canvi climàtic que no ha participat en l’estudi però en declaracions a ‘The Washington Post’ ha dit que aquest recolza la idea que «la migració a gran escala (gestionada i facilitada) ha de ser part de l’estratègia d’adaptació global» al clima i els seus canvis.


També el professor de geografia humana a la Universitat d’Exeter Neil Adger ha parlat amb el ‘Post’ sobre altres impactes dels canvis als quals assenyala l’estudi (en el qual tampoc ha participat) i ha assegurat que «serem testimonis de moviments imperceptibles durant dècades que representaran un moviment profund en la geografia econòmica del món humà».

Noves polítiques ecològiques sobre els desplaçaments vehiculars


Amb el Covid-19 les emissions que alliberen els vehicles (ja siguin cotxes, autobusos, camions...) han disminuït dràsticament. Les persones es veuen obligades a quedar-se a casa per evitar un augment dels contagis. En conseqüència, els desplaçaments vehiculars són mínims i s'esdevenen únicament quan són estrictament necessaris. De fet, la ONU  ha declarat que la pandèmia del coronavirus és una oportunitat per contruir una economia que preservi la salut de planeta.
Alguns urbanistes han inicat propostes ecològiques que desperten un gran interés per a nombroses ciutats. La idea és reduir la mobilitat, ja que no fa falta utilitzar sempre automóbils per a desplaçar-nos. Aquesta proposta també planteja noves polítiques ecològiques, econòmiques i socials que valoren aspectes com la proximitat i la reducció del temps invertit en els desplaçaments. 




Barcelona vista des de la carretera de Vallvidera, durant el confinament. Joan Sánchez.





EL PAÍS 09/05/2020


Mai no havíem vist una ciutat tan silenciosa ni havíem respirat un aire tan net. Ni a Barcelona ni en la resta de ciutats de l'àrea metropolitana. Ha hagut de venir un virus mortífer perquè puguem descobrir que una altra ciutat és possible. Si les crisis actuen com a catalitzadors de canvis, aquesta ens dona l'oportunitat de repensar la ciutat i abordar qüestions que fa poc ni ens atrevíem a plantejar. Si hem aturat l'activitat econòmica per evitar milers de morts, no hauríem de fer alguna cosa per evitar aquestes altres morts que cada any es cobra la contaminació? És possible millorar la salut i la qualitat de vida dels ciutadans sense haver d’aturar l'economia? Com volem que sigui la vida de la ciutat quan passi la pandèmia? Volem tornar al fum i al soroll?

La gran urbanista nord-americana Jane Jacobs afirmava que “un veïnat no és només una associació d'edificis, sinó una xarxa de relacions socials”. Aquests dies hem pogut comprovar que l'urbanisme i l'organització de l'espai determinen no només la qualitat dels vincles socials, sinó també com fem servir el temps de la nostra vida quotidiana. La cultura del petroli va consagrar un model de ciutat social i urbanísticament fragmentada que ens obliga a passar molt temps transitant d'un lloc a un altre. Com adverteix Ricky Burdet, professor d'Estudis Urbans a la London School of Economics, el model tecnocràtic de la Carta d'Atenes de 1942 va ser un avenç en molts sentits, però el seu desenvolupament posterior ha conduït a un model de ciutat segmentada per usos –residencial, industrial, comercials, esportiu...–, esclava de la mobilitat i obligada a construir vies ràpides que en lloc de comunicar, separen.


És, a més, un model que enverina l'aire i ens fa emmalaltir. L'Agència de Salut Pública de Barcelona estima que la contaminació provoca cada any la mort prematura de 350 persones. Un estudi de l'Escola T.H. Chan de Salut Pública de la Universitat de Harvard (EUA) acaba de demostrar que un simple increment d'una unitat de l'exposició mitjana a partícules fines en suspensió durant un període prolongat de 15-17 anys augmenta un 15% la mortalitat per Covid-19 i un 7% la mortalitat per altres causes.


El coronavirus ha tingut la virtut de posar el focus sobre una proposta que ha despertat un gran interès: la “ciutat dels 15 minuts”. El seu principal impulsor és l'urbanista i especialista en ciutats intel·ligents Carlos Moreno i té en l'alcaldessa de París, Anne Hidalgo, una de les seves principals valedores. Moreno afirma que fins ara s'ha intentat respondre als problemes que genera la segregació urbana amb més vies ràpides, cotxes més veloços i més espai per a calçades, però el que s'ha aconseguit és just l'efecte contrari: com més es facilita la mobilitat privada, més congestió i més pol·lució es crea.


El repte que planteja el projecte que impulsa Moreno des de la càtedra que dirigeix a la Universitat de la Sorbona de París és reduir la mobilitat obligada i aplicar polítiques ecològiques, econòmiques i socials destinades a construir “una ciutat tranquil·la, amb més proximitat, menys estrès i menys temps dedicat als desplaçaments”. Una ciutat en què tots els habitants puguin satisfer les seves necessitats en un radi de 15 minuts a peu o amb bicicleta. És possible? Anne Hidalgo està convençuda que sí i per això ha fet d'aquest objectiu l'eix del seu programa.


No és senzill, perquè exigeix passar de la planificació urbana a la planificació de la vida urbana, que és una mica bastant més complex. Però aquesta pot ser la nostra gran oportunitat de canvi. El coronavirus ens ha fet veure fins a quin punt és disfuncional el model actual. Si tres quartes parts de l'espai es reserven als cotxes, és impossible caminar sense intercanvi d'aerosols, però també resulta impossible passejar o gaudir de la ciutat. Si milions de persones comencen a treballar a la mateixa hora, és impossible que el sistema públic de transport no se s'aturi.


Tot podria ser molt diferent amb canvis que el coronavirus ha demostrat possibles: el teletreball i la jornada laboral flexible, amb sortides i entrades esglaonades. El teletreball ha vingut per quedar-se i això posa el focus sobre les condicions de l'habitatge. El portal immobiliari Idealista ha observat que durant el confinament ha augmentat la recerca d'habitatges més espaiosos fora del centre urbà.


Les inèrcies són molt poderoses i sempre que s'intenta fer passos endavant, hi ha resistències. Les va tenir la conversió de l'autopista del Sena en un passeig verd a París, i les ha tingut la implantació de les superilles a Barcelona. Però una vegada consolidades, ningú no vol tornar enrere. El virus se n'anirà algun dia, però podem treure una cosa positiva d'aquesta experiència traumàtica: el compromís de no tornar a la vella normalitat del fum i l'estrès.